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miércoles, 23 de junio de 2010

Reencuentros... recuerdos

Después de regresar este fin de semana del festejo No. ** de mi tía Yoyi (objetivo que se suponía era festejarla y resulto todo siendo al revés ella terminó festejándonos), me traigo una dulce nostalgia en el corazón, realmente fue un convivio hermoso, teníamos como familia más de 5 años de no estar juntos (todos) y festejar o pasar un momento especial, decidió reunirnos y resultó todo un éxito. Durante el viaje rumbo al convivio me invadían mil sentimientos y sensaciones, al entrar a una ciudad que después de 5 años aun no se repone del huracán Stan por el que fue atacado en el 2005 una melancolía inmensa me atacó, ahí viví 15 años maravillosos y es triste ver que aun no logra salir del desastre que la abatió. Recorrimos gran parte de la ciudad hasta llegar a casa de mi tía pues teníamos que arreglarnos para una sesión de fotos familiar que se había planeado, así que después de darnos el “zarpazo de gato” ya todos bien bonitos jajaja nos fuimos rumbo al estudio, la primer imagen-persona que vi fue a mi abuelo ¡María santísima! tenía casi nueve años sin ver a ese hombre alto, güero con una presencia enorme que de niña incluso si alzaba la voz para llamarte la atención hasta ganas de llorar te daban, hoy estaba sentado mirando hacia el frente..los años no pasan en vano seguía imponente pero el temor había desaparecido hoy solo tenía ganas de abrazarlo, me acerco a él, lo saludo e intento hacerlo pero reacio como siempre sólo consigo un beso, sigo volteando a mis alrededores y allí están esos enanos que dejé de ver (algunos en brazos y los demás que estaban en primaria, secundaria), hoy se habían convertido en licenciados, otros estaban platicando de sus nervios en la espera del resultado del examen de admisión de la universidad, y los que eran bebes hoy corrían y querían incorporarse a la charla de los jóvenes-adultos. La última en llegar fue mi abuelita, todos corrimos a abrazarla y fue algo muy tierno verla junto a mi abuelo, con ella llegó mi tía Mary añiiisimos también sin verla y sus ojitos brillaron al verme fue mi cómplice en tantas travesuras sobre todo cuando de adolescente mi papá (su hermano) no me dejaba ir al antro y a ella fascinándole bailar y salir con su sobrina me llevaba a escondidas (ahhh cuantas regañadas nos llevamos por esas chocoaventuras).
 Ya estando todos iniciamos la sesión molestando al señor que estaba tomándo las fotos pues en cada oportunidad que teníamos todos sacábamos nuestras cámaras e intentábamos captar las imágenes para tenerlas cada quien consigo, después de sacarle las canas verdes al fotógrafo y al cabo de dos horas, y de algunas lagrimitas soltadas en algunos momentos o de sonrisas con ojos llorosos la sesión terminó, mi tía Yoyi nos tenía a todos con la duda pues sabíamos que íbamos a festejarla pero nada más, así... seguíamos en ascuas, al fin de la sesión solo nos dijo "síganme vamos a ir a la playa allá nos vamos a quedar", llegamos a una casa hermosa en la playa, lo primero era el precioso jardín y construcción de la casa, al entrar había una larga mesa con arreglos frutales para cada familia y ni se diga de la mantelería, a un costado de la mesa un periódico mural con un recopilatorio de fotos de los 5 hermanos, mis abuelos y de las reuniones familiares antes de que los años, el trabajo y demás compromisos pusieran distancia entre todos. Comenzamos el brindis uff que momento, las lágrimas acompañadas de una sonrisa ocuparon varios rostros, otros las guardamos para nuestros adentros, después llegó la comida una rica parrillada de carne asada, ubre, longaniza, salsa de molcajete, frijoles de la olla, y de postres ni se diga (pastel de queso con zarzamora, pay de limón, pay de queso, flan napolitano) pfff no nos cabía nada más….. todos los primos enseguida de comer vieron playa, alberca, balón de voleibol- futbol y corrieron a jugar, los hombres mayores se deprimieron un rato al no poder ver el mundial jajajajaja fueron motivo de muchos comentarios buenísimos, y por mi parte vi una colchoneta en el pastito a la sombra acompañado de una brisa riquísima así que me dije de aquí soy y me acosté, cosa que no duró mucho por que llegó mi prima a preguntarme si tenía señal en mi celular a lo cual inocentemente conteste que no y todavía bromee con que se iba a tener que olvidar por un día del novio, ¡ja! Mi sorpresa y verdadera broma fue ver a mis primos y  respectivos hermanos acercarse y agarrarme de pies y brazos para aventarme a la alberca jajajaja esta bien ese día si me tocaba baño, estuvimos jugando en la alberca toda la tarde, ya por la noche a mi tía se le ocurrió improvisar esketches (los cuales resultaron geniales y bastante constructivos, como siempre los adultos aprendimos muchiisimo más de los pequeñitos, -que lecciones nos dan definitivamente-) terminando con dolor de panza de tanta risa llegaron los juegos de mímica “adivina película o canción” jajajaja ver a mi padre intentando decirle a su equipo “bidi bidi bom bom” jamás lo olvidaré quedará de recuerdo para siempre.
En resumen fue un fin de semana maravilloso, lleno de buena vibra, hermosa convivencia, un reencuentro inesperadamente esperado, como siempre lo más difícil es la despedida, nos quedamos con ganas de que el día durara más de 24 horas y que el sol siguiera iluminando de esa manera intensa nuestros días, que la lluvia nos provocara risas y nos diera más motivos para jugar en ella, con ganas de que esos momentos se repitan constantemente, y de que no sólo sea un recuerdo inolvidable e irrepetible en nuestros corazones, es cierto que las diferencias, y demás preocupaciones cotidianas tienden a separar inclusive a las personas que viven bajo él mismo techo, pero ahh que hermoso sería si todos pudiéramos de vez en cuando darnos tiempo para realmente disfrutar y vivir!


La vida es solo un instante (algo trillado pero así es), sólo hay dos cosas seguras “Todo cambia y la muerte”

Gracias Tía Yoyi, mi ejemplo a seguir como mujer, amiga, tía, hermana, madre e hija, gracias por estar conmigo y mi familia a cada momento, mi gemela al parecer no solo astral, gracias porque aun en silencios nos hemos dicho tanto, con miradas, sonrisas y gestos podemos entendernos, gracias por tantos momentos compartidos, por esos secuestros de fin de semana a sancris, a la alberca, playa o a comer que siempre terminaban en regañada pero nunca nos importó y que quedan en el corazón por siempre. Gracias por ser y existir.